Los niños que fuimos, en Rambleta
De la mano de Mariola Cubells, nos sumamos a la iniciativa que lanzó Save the Children en apoyo a la infancia
Una vez fuimos niños, claro y si hay algo que nos define a todos los que conformamos el equipo Rambleta es que fuimos niños felices. Fuimos afortunados, aventureros, quejicas, miedosos, fuimos niños con una infinita capacidad de asombro, queríamos volar, cantar, escuchar, disfrutar… Por eso hemos acabado todos juntos aquí, componiendo este espacio cultural maravilloso y dotándolo de vida cada día.
Desde Rambleta nos hemos sumado a la iniciativa que lanzó Save the Children para apoyar a la infancia. Así que, junto a nuestras fotos de pequeños, hemos ideado un catálogo de deseos para todos los niños del planeta, algo así como el legado que querríamos dejar en el mundo para ellos. Ahí va:
El legado
Estos días azules y este sol de la infancia, como dijo el poeta. Y más cosas. Los besos, por ejemplo. Besos de mariposa o besos de pingüino. Las frases de consuelo cuando se hacían daño. Las rabietas absurdas que acababan en nada. O en abrazos gordísimos. Y la risa. Sobre todo la risa.
Los viajes a la Luna conversando en la cama. Las mañanas, dulzonas, del domingo. La mirada de amor de los abuelos. Los amigos que traían a casa piruletas o pompas de jabón.
Las tardes de verano, largas, con chapuzones. Esos días gloriosos en que no trabajábamos y estábamos, enteros, a su disposición. Todas las volteretas, y todas las cosquillas que les hicimos. Aprender a nadar. Patinar. Abrazarlos. Su entusiasmo tras quitarle a la bici las ruedas de detrás. Siestas en el regazo. Las sonrisas amplísimas para quitarle el miedo.
Escuchar con asombro sus dramas del colegio. Aquel cuento de siempre, deshilachado ya, que leímos mil veces. Aquellas pataletas por asuntos triviales: desenredarse el pelo, por ejemplo. Las canciones payasas. Las canciones de amor. Los baños en el mar. El disfraz de princesa. El ratoncito Pérez. O los tiempos verbales que conjugaban mal. Aprender a escribir. A sumar. A esperarse. A parar de llorar.
Esas noches, perfectas, en casa de sus primos. Los abrazos de calma tras una pesadilla. El amor sin las treguas, el perdón instantáneo, la fe ciega en nosotros.
Éstas serán sus armas de futuro. Ojalá todos los niños pudieran tenerlas. No podremos legarles mucho más…
Y ahora, para morirnos de ternura, ahí va un repaso a los niños que fuimos, a lo que sentimos y a lo que quisimos para el futuro:
LAURA BARCELÓ
Nuestra directora comercial tenía, como todos los niños felices del mundo, vacaciones estivales de tres meses. La foto corresponde al verano de 1966, en el Rincón de Loix, en un Benidorm sin rascacielos. “Estoy con mi amiga Lili. Su padre era neoyorquino y su madre eslovaca y todos los veranos llegaban cargados de chocolates suizos y juguetes americanos: ¡la locura!. Lili me contaba muy buenas historias, y yo la escuchaba llena de curiosidad y sorpresa. Me gustaba tanto escucharla, que le debo la pasión por una historia bien contada. Seguimos siendo más que amigas, y a menudo recordamos juntas la felicidad de esos veranos interminables”.
JUANMA ARTIGOT
Tuvo esta cara de niño bueno hasta que llegó a Rambleta y sacó su látigo como coordinador de Programación. De aquellos años inocentes le queda el espíritu aventurero (¡qué mayor aventura que Rambleta!) y recuerdos nítidos como aquel Cineexin que fue su juguete favorito, la bici y los amigos en verano, las casas abandonadas que exploraban juntos, los olores al pan recién hecho en el campo… Otra infancia fantástica, sin duda.
VICENT MOLINS
La infancia de Molins no está tan lejos, es uno de los tipos más jóvenes del equipo, y tal y como queda claro en la foto “la mayor heroicidad de nuestra infancia fue poder asombrarnos de tantas y tantas cosas. Y oye, en ese intento seguimos", nos cuenta este periodista cuya cabeza es siempre un puro torbellino.
INMA PALAU
La foto recoge, según esta joven promesa de las finanzas (por eso trabaja en Administración), “mi mejor recuerdo infantil. Los meses de verano me iba a "la caseta" con mis primos, tíos, padres, hermanos, mi iaia…. era lo mejor del mundo, me pasaba todo el día en la piscina, estoy a nada de tirarme en la foto. Toda la family junta tantos días….. molaba MUCHO”. Por cierto, está a punto de casarse, dicho sea de paso…
PEPE MURGADAS
El director de Producción de Rambleta conserva la inocencia, la alegría y el buen humor de la infancia, así que es un lujo tenerlo, la verdad. ¿Su sueño infantil?. “Ser mago, humorista, actor y sobre todo cantante”. Lo decía su padre, de hecho, “desde siempre, a este chiquito le gustó subirse a un escenario desde siempre”. En la foto (es el más pequeño, el que lleva la camisa blanca y limpia la suela), en el Teatro Talía, “con dos añitos interpretando “Zapatero Remendón”. ¿Cumplió su sueño? Pues casi: toca la guitarra en un grupo fantástico, El inquieto Roque, y organiza todo lo que pasa en los escenarios de Rambleta como un campeón, que no es fácil.
Geraldine Ponthiere
Nació en esa parte de Europa donde siempre hace frio así que nuestra mujer en Eventos tiene, de recuerdo infantil, “la playa del Mar del Norte (que yo me pregunto, ¿qué clase de veranos tenían esos niños, por el amor de dios?), las caminatas sobre el arena con botas de agua buscando conchas y también ir con patinete sin hacer nada esfuerzo porque te llevaba el viento”. Eso sí, su nueva familia, con un churumbel de meses, la ha construido en el Mediterráneo, donde se tienen infancias de verdad, no nos vamos a engañar.
MARIA JOSÉ NOGUERAS
De la niña que fue queda la mujer sonriente y dicharachera. Nos resuelve todos los entuertos con pericia y buen talante. "Lo mejor de mi infancia ha sido disfrutar de estupendos momentos, juegos y vivencias con mi familia", tal y como se ve en la foto color sepia, donde aparece sonriente, a la izquierda, con la misma melena impecable y con el mismo flequillo impecable de ahora mismo.
CARLOS PEINADOR
Desde su departamento de marqueting, Carlos, que es un hombre templado que da siempre mucha tranquilidad, recuerda “con mucho cariño (y nostalgia) las noches que pasaba junto a mis primos en casa de mis abuelos. Era cuando mis padres y mis tíos decidían salir de novensans. Para mí era una aventura con olor a sopa caliente, estufa de gas y la sensación de una montaña de mantas encima de mí en la cama”. Del niño de la foto conserva, ya de adulto, la misma mirada amable.
TAMARA MORENO
La niña Tamara tenía, y tiene una gemela, así que “los mejores momentos de mi infancia son con ella, jugábamos juntas, nos entreteníamos solas, no podíamos vivir la una sin la otra, -nos sigue pasando lo mismo- y como siempre haciendo fechorías. A mí siempre me culpaban de todo. Era la gordi, (ahora en cambio es la flaca del grupo, y la más alta) la de la mala llet… todavía sigo arrastrando esa fama, (en Rambleta damos fe de que eso sigue intacto, sí). Tú pídele cosas y ella lo organiza, en Eventos, en Producción o donde vea que puede ordenar un sarao. Una chica fantástica, la verdad.
QUIQUE MEDINA
Si hay alguien en Rambleta a quien el niño que lleva dentro le sale por todas partes y a todas horas es a él, a nuestro director de Comunicación. Pura ternura y pura frescura. En la foto aparece con su hermana María, “encaramados en uno de los toboganes de Monte Vedat, nuestro primer cole. Por mi suéter (ahora la envidia de cualquier hípster), debía ser otoño. Aquel tobogán se me antojaba altísimo, un Everest. De ahí mi cara de miedo. Se ve que a esa edad comenzaba a desarrollar el vértigo que ahora me atenaza cada vez que tengo que coger un avión. Pero estaba mi hermana a mi lado. Y mi madre (que por aquel entonces trabajaba allí de profesora) haciendo la foto. Se ve que a esa edad ya estaba desarrollando el amor que les profeso y la sensación de protección que me transmiten que aún hoy sigue latente”. ¿Es para morirse de amor por él o no?
MONTSE RODRIGUEZ
La rubia del departamento de marqueting es organizada y rápida, pese a todos los marrones que lleve entre manos. De su infancia dichosa recuerda una anécdota:
“Sobre los 5 años estaba aprendiendo a nadar y al tirarme a la piscina se me cayó un diente, claro me llevé un disgusto porque no le podía dejar el diente al Ratoncito Pérez así que mi madre, (la mejor madre del mundo) me ayudó a escribir una carta al Ratoncito explicándole la historia, por supuesto dio resultado y a la mañana siguiente tenía mi premio debajo de la almohada”. Nosotros en Rambleta tenemos un premio diario con ella.
ALEX AGUAYO
Le adoramos, la verdad. Tú llegas a Rambleta y lo primero que te encuentras es su melena y su sonrisa y su mirada atenta. Este también es joven, por eso su foto parece de anteayer. “Sigo siendo un niño y mis recuerdos felices siempre están rodeados de la música del mar”. A veces nos trae sobaos de Cantabria, o se lleva a los compañeros de Rambleta de farra hasta altas horas de la mañana, o un incontable número de tareas diversas. ¿Qué haríamos sin él?: suicidarnos, sin duda.
SONIA MARTINEZ
En Rambleta, los demás somos normales, convencionales, hacemos cosas tópicas y compramos en supermercados típicos. Pero ella no, ella todo lo que hace está en los márgenes. Así que su foto y su frase de infancia tenía que ser tan alternativa, tan “intensa” y tal diferente como ella de adulta. Me pasó el texto y me dijo, “este no es el texto que tienes que poner, eh”, así que yo, en plan venganza por ser tan, tan, tan, he dicho, zas, ahí va: “La imagen me encanta, es un cuadro de Goya, un retrato de un tipet de la época pero podría ser una foto de una niña hípster de hoy”
A su lado sentimos que el mundo está a salvo: cambio climático, economía del bien común, pelis nada comerciales. La frase que acompañaba a su foto “alternativa” de esta visionaria del teatro es: “¿Me dejas tus pinceles?”. Ella siempre es así.
JUAN LAJARA
Vestido de azul cielo, el hombre de los números en Rambleta, tomó la comunión con esta cara de niño celestial. Parece serio, pero no lo es: tiene una de las risas más sonoras y tú te crees que no está pero de pronto hace un comentario inesperado como el que acompaña a la foto que me pasó: “Sólo tengo esta foto. Este es el momento menos representativo de mi vida, pero del que tengo menos constancia”. Ahí lo dejo.
JOSÉ MANUEL GARCERÁ
Nuestro compañero de Difusión, que nos trae mandarinas y naranjas, actuó durante cinco años en el Altar de Sant Vicent Meliana, su pueblo,”siendo Sant Vicent durante 4 de ellos. Los recuerdos de sentirse como un pequeño actor, con los nervios del reparto de guiones de cada año, estudiarlo, cantarlo y ensayarlo durante meses… Hasta el día del estreno y única función, con el aplauso del público y las felicitaciones!!! Una bonita experiencia para perder el miedo escénico, practicar tu lengua materna y aprender historia jugando”. Así que ahora se dedica a explicar con detalle a todo el mundo todo bueno que sucede en Rambleta.
YAHVE RAMOS
La tecnología funciona porque él existe, (yo creo que debió ser el único niño que ya sabía de pequeño que no se podían meter los dedos ni las tijeras en un enchufe) y hoy es el mismo pequeño adorable y entrañable que aparece en la foto. “Soy el niño”, nos apunta escueto. Y destaca “importante detalle el de las chorreras de fondo”. También se casa en breve, con la joven que aparece a punto de tirarse a la piscina, en una foto más arriba. Sí, el amor está en el aire, en Rambleta…
Texto de Mariola Cubells (Directora de Relaciones Externas de Espai Rambleta).