Una historia sobre la belleza
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Con motivo de la exposición «A real story- Nueva fotografía española de moda» Jess Terrés (nadaimporta) nos escribe «Una historia sobre la belleza», ya saben, actitud, joie de vivre y hedonismo.
 Los hombres nos acercamos a la moda para ver si follamos maÌs Âo algo. Ellas, pues vete tuÌ a saber… ¿quieÌn sabe nada de lo que busca una mujer cuando se acerca a algo? AsiÌ que me van a permitir (porque lo vais a hacer) no entender absolutamente nada de lo que sucede entre las paÌginas de Vogue, Elle, Esquire, Harper Ìs Bazaar, GQ, Icon y demaÌs zeitgeist de «lo fashion». A la primera la llaman «la biblia de la moda», la uÌltima pretende (apaÌrtense) definir la identidad masculina. Con dos cojones.
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Con motivo de la exposición «A real story- Nueva fotografía española de moda» Jess Terrés (nadaimporta) nos escribe «Una historia sobre la belleza», ya saben, actitud, joie de vivre y hedonismo.
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Los hombres nos acercamos a la moda para ver si follamos maÌs Âo algo. Ellas, pues vete tuÌ a saber… ¿quieÌn sabe nada de lo que busca una mujer cuando se acerca a algo? AsiÌ que me van a permitir (porque lo vais a hacer) no entender absolutamente nada de lo que sucede entre las paÌginas de Vogue, Elle, Esquire, Harper Ìs Bazaar, GQ, Icon y demaÌs zeitgeist de «lo fashion». A la primera la llaman «la biblia de la moda», la uÌltima pretende (apaÌrtense) definir la identidad masculina. Con dos cojones.
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Y yo que sigo creyendo en el papel (y en los domingos por la tarde) sigo soltando la pasta cada mes, en busca de yo queÌ seÌ. Bueno, siÌ lo seÌ: belleza. Porque la moda ÂpermiÌtanme este cirio en este entierro no va de ideologiÌa, ni apariencias, ni costuras ni tendencias ni siquiera pasarelas… va sobre belleza. La belleza como instante, refugio y mentira (porque todo es mentira), la belleza como el craÌneo que vistieron todas aquellas revistas: crecimos admirando los elefantes de Richard Avedon y las claviÌculas de la Birkin, la geometriÌa carnal de Helmut Newton y los ojos ÂqueÌ ojos, de Lauren Hutton. La belleza (entendiÌamos; es maÌs, entendemos) como un reflejo de la naturaleza, como aquello de refleja su armoniÌa, su equilibrio, su imperfeccioÌn, su unicidad y su propoÌsito. Resumiendo: la naturaleza es bella.
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Crecimos (ad) mirando cuerpos tras los objetivos de aquellos fotoÌgrafos pero hoy soÌlo encontramos artefactos en las paÌginas de esas revistas que ya no interesan. Artefactos burdos, photoshopeados, postÂproducidos, filtrados y recortados Ârecortadas, perdoÌn. Eso en la retina de la pantalla, porque antes toca pasar por taller, implante, (maÌs) recortes, toxina botuliÌnica y bisturiÌ. Un broma macabra, el canon de «lo bello» en el mercado editorial mainstream se ha travestido en una peliÌcula de Tod Browning, la cultura visual de la moda como un pastiche de la belleza que ya no representa.
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Pero el hombre es imperfecto. AsiÌ que ha encontrado viÌas alternativas, callejones poco transitados, esquinas donde poder respirar. Revistas nicho, pequenÌas producciones nacidas en el mercado de lo artesanal (lo «alternativo» es tan injusto como limitado), nuevos medios como Apartamento, Nylon o Fantastic Man donde fotoÌgrafos como Daniel Riera, Ramiro E, Eskenazi, Gerard Estadella o Vicente Bosch ponen el foco (de nuevo) en el instante y el refugio de la belleza. Imposible no recordar aquella sentencia con la que finalizaba cada noche su emisioÌn en DiaÌlogos, de Radio 3: «Buscad la belleza, es la uÌnica protesta que merece la pena en este asqueroso mundo».Â
Y yo que sigo creyendo en el papel (y en los domingos por la tarde) sigo soltando la pasta cada mes, en busca de yo queÌ seÌ. Bueno, siÌ lo seÌ: belleza. Porque la moda ÂpermiÌtanme este cirio en este entierro no va de ideologiÌa, ni apariencias, ni costuras ni tendencias ni siquiera pasarelas… va sobre belleza. La belleza como instante, refugio y mentira (porque todo es mentira), la belleza como el craÌneo que vistieron todas aquellas revistas: crecimos admirando los elefantes de Richard Avedon y las claviÌculas de la Birkin, la geometriÌa carnal de Helmut Newton y los ojos ÂqueÌ ojos, de Lauren Hutton. La belleza (entendiÌamos; es maÌs, entendemos) como un reflejo de la naturaleza, como aquello de refleja su armoniÌa, su equilibrio, su imperfeccioÌn, su unicidad y su propoÌsito. Resumiendo: la naturaleza es bella.
 Crecimos (ad) mirando cuerpos tras los objetivos de aquellos fotoÌgrafos pero hoy soÌlo encontramos artefactos en las paÌginas de esas revistas que ya no interesan. Artefactos burdos, photoshopeados, postÂproducidos, filtrados y recortados Ârecortadas, perdoÌn. Eso en la retina de la pantalla, porque antes toca pasar por taller, implante, (maÌs) recortes, toxina botuliÌnica y bisturiÌ. Un broma macabra, el canon de «lo bello» en el mercado editorial mainstream se ha travestido en una peliÌcula de Tod Browning, la cultura visual de la moda como un pastiche de la belleza que ya no representa.
 Pero el hombre es imperfecto. AsiÌ que ha encontrado viÌas alternativas, callejones poco transitados, esquinas donde poder respirar. Revistas nicho, pequenÌas producciones nacidas en el mercado de lo artesanal (lo «alternativo» es tan injusto como limitado), nuevos medios como Apartamento, Nylon o Fantastic Man donde fotoÌgrafos como Daniel Riera, Ramiro E, Eskenazi, Gerard Estadella o Vicente Bosch ponen el foco (de nuevo) en el instante y el refugio de la belleza. Imposible no recordar aquella sentencia con la que finalizaba cada noche su emisioÌn en DiaÌlogos, de Radio 3: «Buscad la belleza, es la uÌnica protesta que merece la pena en este asqueroso mundo».Â