La Zafirina salda cuentas pendientes con la memoria histórica en ‘Los que comen tierra’

Un texto de Mafalda Bellido que surge del I Laboratorio Ínsula Dramataria Josep Lluis Sirera

Unas gafas rotas, un botón suelto, una cuchara, unas alpargatas hechas de esparto de La Solana… Sepultados en campos de labranza, cunetas y caminos de nuestra geografía todavía se acumulan los restos de más de 200.000 víctimas del franquismo. La dramaturga Mafalda Bellido les ha rendido homenaje en su obra ‘Los que comen tierra’, una coproducción de la compañía La Zafirina y Rambleta programada del 30 de septiembre al 2 de octubre en el centro cultural del Bulevar Sur.
 
La autora desarrolló el texto en 2018, en el contexto del I Laboratorio de Ínsula Dramataria Josep Lluís Sirera, bajo la mentoría de Paco Zarzoso. Para documentarlo, estuvo en contacto con las asociaciones de familiares de víctimas en Paterna y con los equipos que trabajan en la exhumación de los represaliados de la Guerra Civil.

No es la primera vez que la autora se acerca con sus textos a la memoria reciente de España, ‘Yo maté a Carmencita Polo’, recientemente editada por la Editorial Antígona en un recopilatorio de textos teatrales sobre mujer y memoria, ‘Espérame en Mombasa’ o ‘Como si el fuego no fuera contigo’ ahondan desde distintos registros en la temática, pero ‘Los que comen tierra’, da un paso más.

La propuesta es un homenaje a los asesinados, al dolor y a la espera de las familias y a los antropólogos y arqueólogos implicados en la reparación de esta anomalía histórica. Pero, principalmente, esta pieza quiera dar voz a los muertos “a los que la vida se les arrebató de forma abrupta y que siguen comiendo tierra por las cunetas y caminos de esta España nuestra”, apostilla Bellido.

A pesar de hacer referencia al sino de las anteriores generaciones, la compañía adscribe ‘Los que comen tierra’ al momento presente, porque los hechos que acontecieron en la segunda mitad del siglo XX siguen palpitando en la actualidad. “Nuestra sociedad no puede pasar página, no puede hacer tabula rasa con nuestra historia y pretender que nada haya pasado, no es una cuestión revanchista, sino de reparación y reconocimiento. Una parte de la población sigue necesitando compensación y escucha”, considera Bellido.

España es el segundo país del mundo, después de Camboya, con más muertos sin identificar en fosas comunes. A diferencia de países como Argentina, la Ley de Amnistía implicó que los jerarcas del régimen, los tribunales e instituciones como la policía o la Guardia Civil siguieran ejerciendo en democracia sin revisar sus actos pasados.

“Tapar la historia, igual que tapar a los muertos, no sirve de nada, porque al final salen a la luz. Empeñarse en poner trabas a la exhumación de las fosas con la excusa de que ese acto tan humano que es dar sepultura a tus seres queridos, poder vivir sus duelos, es remover el pasado es cínico y miserable”, expone la autora, que junto a Lola López, Ernesto Pastor, Begoña Tena y Jorge Valle, integra el elenco de la pieza.

Limbo, purgatorio e infierno
La obra recorre el limbo, el purgatorio y el infierno de un grupo de ejecutados “El paraíso de estos personajes eran sus vidas, el progreso conseguido en la Segunda República, sus sueños de cambio que se vieron truncados con el alzamiento militar del General Franco, con la guerra que él provocó y con los 40 años de represión que siguieron al exterminio de miles de personas inocentes, ya en periodo de paz. Por eso solo mostramos el limbo de espera de los muertos, el purgatorio que les ha tocado vivir a los familiares y el infierno que vivieron los ejecutados”, explica Bellido.

Entre los personajes de esta pieza polifónica, la autora ha querido rendir tributo a uno real, Leoncio Badía, el enterrador de Paterna, que aunque no aparece en la obra sirvió de inspiración a la autora, pues “hizo lo imposible para dar dignidad a los miles de muertos que le tocó enterrar y a los familiares a los que intentaba ayudar en la identificación y el paradero de sus seres queridos”.

Entre los años 1939 y 1945, a Badía se le encomendó sepultar a los ajusticiados en fosas comunes en el denominado Paredón de España, escenario macabro de 2.230 fusilados.

Sergio Serrano, miembro de la compañía y que sorprendió la temporada pasada con su obra ‘El Artefacto’, ha asumido la dirección de ‘Los que comen tierra’ con el objetivo de buscar la luz entre las tinieblas de la historia. A pesar de que la trama se desarrolla en un paredón y en una fosa, “sin olvidar la crudeza de los hechos que se narran, se busca desesperadamente encontrar la esperanza”.

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