Silvio Rodríguez: "En Cuba hay una lucha de ideas"

El 16 de mayo el poeta y cantautor también colabora con la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba en València

Fuente: el Periódico

El autor de perlas como ‘Ojalá’, ‘Te doy una canción’ o ‘Unicornio’ regresa este martes a Barcelona asumiendo un papel inhabitual, acompañando a la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, que conmemora su 60º aniversario. La primera parte del recital constará de piezas sinfónicas de autores cubanos como Carlos Farinas (1934-2002) y el contemporáneo Joaquín Clerch. En la segunda, Silvio Rodríguez interpretará canciones de su repertorio con el respaldo orquestal. El trovador responde por correo electrónico a las preguntas de este diario.

 

¿Podría explicarnos los orígenes de este proyecto y su motivación original para formar parte de él?

 

Desde principios de los años 80 he colaborado con la Orquesta Sinfónica Nacional en varias ocasiones. En el año 2000 hice un disco llamado ‘Expedición’, con orquestaciones mías. El maestro Pérez Mesa dirigió la orquesta y desde entonces habíamos comentado hacer algo juntos, cara al público. Ahora, en el 60º aniversario de la orquesta, nos pareció que era un buen momento para retomar la idea. La ocasión merecía que fuera algo nuevo y le pedí al joven maestro Jorge Aragón que hiciera las orquestaciones, y aquí estamos.

 

¿Cuáles son sus sensaciones al cantar con ese formato orquestal? ¿Representa una responsabilidad distinta, quizá un desafío, o lo asume con plena naturalidad y sin mayores complicaciones?

Yo he trabajado con muchas agrupaciones diferentes: con grupos electrónicos, acústicos, con orquestas de jazz, con orquestas de cámara…, y solo con la guitarra, y siempre  he sentido que hacer música, además de un goce, es una responsabilidad. Cada ámbito acompañante tiene sus peculiaridades. Lógicamente, mientras más músicos intervienen más complejo se hace. En este caso se trata de una muy buena orquesta, de un muy buen director y de muy buenas orquestaciones, así que el único que lo tiene difícil soy yo.

 

Está previsto que interprete cinco canciones. ¿No teme dejar al público con ganas de más?

Bueno, tanto en el concierto de Bilbao como el de Úbeda he tenido que hacer un par de bises. Siempre que lo pidan podremos hacer alguito más, sin salirnos demasiado del programa, que está muy bien estructurado, porque se trata de un recorrido por algunos autores sinfónicos contemporáneos cubanos. Todos son compositores de excelencia, por cierto.

 

¿Hay algún concepto narrativo o estético que relacione estas cinco canciones? ¿Con qué intención las ha seleccionado?

Escogí sobre todo canciones de cierto lirismo y también traté de que fueran temas conocidos. Hay una sola excepción, en cuanto a lo inédito: ‘Jugábamos a Dios’, que es parte de la banda sonora que hice para el filme ‘Afinidades’, ópera prima como directores de Jorge Perugorría y Vladimir Cruz.

 

Entre estas piezas escogidas hay algunas de sus primeros tiempos como compositor, en particular ‘La era está pariendo un corazón’, de finales de los años sesenta. ¿Una canción inspirada en Che Guevara?

Fue el primer tema que le dediqué al comandante Guevara, cuando me enteré de su asesinato en Bolivia. En aquel momento, desde Cuba, parecía que se avecinaba una impostergable era de liberación en todo el llamado Tercer Mundo. Después han sucedido diferentes etapas históricas, cada cual con su signo, y he visto que en cada circunstancia esa canción ha sido capaz de acompañar trajines de diferente índole. Aquí mismo, en España, me asombró ver documentales en que la cantaban los jóvenes en luchas sociales de los últimos años. No sé si la que vivimos es otra era, o si es la misma de entonces que aún no ha terminado, lo que sí sé es que esa canción sigue significando algo para cierta gente. Y eso, además de un regalo, es una invitación a la que no sé rehusar.

 

Otra de las canciones es ‘El necio’, que procede del contexto geopolítico de finales de los ochenta y primeros noventa, con el final de la Unión Soviética. ¿Qué simboliza esa pieza para usted?

'El necio' la compuse en un momento de definiciones cruciales: ocurrió el derrumbe de la Unión Soviética y del campo socialista, Cuba se quedó sin el 85% de su comercio exterior, sin precios excepcionales en algunas de sus exportaciones, sin el sostén -al menos moral- de sentir que se era parte de una considerable porción del mundo. Todo eso se esfumó, pero no fue de la noche a la mañana: allá nos dábamos cuenta de que un revés fuerte se avecinaba, entre otras razones porque Fidel lo insinuó varias veces. Incluso llegó a decir que, en el caso de que el socialismo colapsara, Cuba continuaría. “El necio” es una canción donde se mezclan algunos otros asuntos: se avecinaba un congreso del Partido pero yo ahí proponía “hacer un congreso del unido”. Ciertos cultos parecían reafirmarse y yo quería “rezar a fondo un ‘hijonuestro’” (no un padrenuestro). Pero sobre todo refleja la decisión de no renunciar a lo que uno quiere ser. Mucho más si te quieren cambiar a la fuerza, como ha sido nuestro caso.  Y esa brutalidad con Cuba se mantiene, como todos sabemos.
 

Su último álbum con canciones originales fue ‘Amoríos’ (2015), donde recuperaba composiciones inéditas escritas en épocas anteriores (1967-80). ¿En qué momento se siente actualmente como creador de canciones?

Yo he seguido componiendo, incluso haciendo discos. Lo que pasa es que soy muy inconforme y cada vez que me escucho me parece que puedo mejorar. Entonces vuelvo sobre lo mismo. A lo mejor próximamente me embullo y saco algunas cosas.

 

En los últimos tiempos ha declarado su deseo de que el pueblo cubano tenga cada vez “más participación” en las grandes decisiones que se tomen en un plano gubernamental. ¿Cree que se evoluciona en esa dirección?

En Cuba, por necesidades sobre todo de defensa, adoptamos una verticalidad en los mandos. Aunque en algunos aspectos las presiones parecen obligarnos a seguir siendo excepcionales, en otros la realidad nos pide a gritos democratizarnos. También hay que decir que hemos tenido experiencias democráticas insólitas, porque cuando en el mundo las constituciones son obra de especialistas, en Cuba se acaba de discutir a nivel popular una nueva Constitución. Ahora esperamos por las leyes que algunos avances exigen.

 

Este año se conmemora el 60º aniversario de la revolución cubana. Se habla, desde el mismo entorno institucional, de la conveniencia de una evolución o reforma del sistema “sin renunciar a los logros de la revolución”. ¿Ve deseable y posible encontrar ese punto?

En Cuba hay una lucha de ideas. No sólo en el sentido de la resistencia contra la hostilidad que sufrimos desde el exterior, que es constante y fuerte. Hay varias maneras de pensar, entre los que defendemos soberanía y socialismo. Estas variantes se podrían resumir en dos tendencias (que, por cierto, son universales): la del estatismo y la del movimiento. Yo veo avances en algunas direcciones, aunque no con la velocidad que debiéramos. Eso nos está haciendo daño. Hicimos una Revolución (que nos gusta escribir con mayúscula) pero al amparo de esa idea ha crecido una especie de conservadurismo que desconfía de la evolución. No es sencillo explicarlo en pocas palabras.

Fuente: el Periódico
 

 
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